jueves, 2 de febrero de 2012

EL PASO DEL TIEMPO

Con el paso del tiempo las cosas van cambiando. 
A veces miramos atrás y queremos volver, ya sea para cambiar algunas cosas o para volver a vivirlas. Creo que son muy afortunados aquellos que pueden mirar su pasado y no tener ganas de querer cambiar algo, de haber tomado una decisión diferente. Lamentablemente, no pertenezco a ese grupo. Debo reconocer que muchas veces he querido rectificarme pero ya es imposible. Debo aprender a vivir con mis decisiones, buenas o malas son mías al fin y al cabo.

Bueno, el objetivo de esta entrada era hablar sobre las navidades pasadas. Menciono esta fecha porque es la que más cambios ha tenido en mi vida. Y fue en ese día que añoré las navidades de mi infancia. 

Recuerdo que hasta la navidad de 1998 las cosas iban bien. La clásica reunión en casa de mis abuelos, con un montón de familia sentada a la mesa. Quienes tenían regalos los daban pero lo cierto es que no abundaban. Una que recuerdo con especial aprecio es la de cuando tenía cinco años y estaba de moda la película de terror sobre el muñeco diabólico. Mi tía no tuvo mejor idea que regalarme un ejemplar de este muñeco. Ahora recuerdo con gracia aquel evento, pero ese día me eche a llorar como una niña caprichosa, no me gustaba el muñeco con cara fea. Además, cuando le aplastaba el tórax se reía malignamente___jajaja___¡Cómo lloré esa noche! Ya para el día siguiente se me había pasado el berrinche y me encantaba mi muñeco. Sobre todo su risa. Era feliz aplastándole el tórax, a todos les encantaba la risa. Aún conservo a "mi chuki" pero le falta la pila. Supongo que algún día compraré una nueva y volverá a reír. 

Por esos años peleábamos claro, como toda familia, pero aún así hacíamos las paces al menos esa noche. Después de 1998 las cosas cambiaron mucho. Ya no peleamos mucho pero es porque sencillamente hemos decidido ignorarnos. Evitar tener que estar en el mismo ambiente que el otro y fingir que algunos miembros ya no existen. 

Con cada año que pasaba fueron disminuyendo los asistentes a la cena hasta que llegó la noche buena de 2009 y yo estuve ausente. Ese fue el primer año que me quedé en casa. La razón fue muy simple, se decidió que nos quedábamos y punto. Esta última también tuvo sus sorpresas, casi pasó desapercibida. Sin embargo, también fue especial, por primera vez recibí un regalo elaborado especialmente para mí. Mis queridas primas me hicieron un brazalete que he prometido usar con frecuencia. Es increíble como ese pequeño gesto convirtió una noche gris en una más feliz. 

No tengo ni idea de cómo será este año. Pero supongo que eso es lo fascinante, esperar lo inesperado.

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