viernes, 23 de septiembre de 2011

LAS COSAS DE LA COLA

Esa tarde de mi vida en la cola de un banco me percaté de varias cosas.

Estaba tan aburrida, desesperada y enojada que decidí enfocar mi mente en buscar algo divertido que hacer. Sumergida en estos pensamientos, escucho los gritillos de varios chiquillos y mirando con más atención logré identificar a unos 15.

Estos pequeños humanos, que por cierto pertenecen a la generación Z o AA, son más suspicaces de lo que sus padres creen.

Por ejemplo, identifiqué a ciertos tipos según su actividad en el banco:

1. Los que hacen amigos: se conocen porque sus padres no sabían con quién dejarlos y se los llevaron consigo. Están tan aburridos que rápidamente entablan amistad con el niño más cercano y no tienen mejor idea que correr por las instalaciones gritando o jugando a las escondidas entre las oficinas de los funcionarios ausentes.

2. Los informáticos: nunca falta el oficinista que decide dejar momentaneamente su escritorio. Creen que nadie se percatará del vacío que dejan y se toman todo el tiempo del mundo en volver. Es entonces, cuando aparecen este tipo de niños. Silenciosamente se escabullen hasta el escritorio y se ponen a jugar en la computadora. Sus padres ni enterados se dan y supongo que el oficinista notará que alguien usó su máquina cuando no encuentre algún archivo.

3. Las amantes de la luna: los bancos ya no tienen paredes, ahora usan vidrios para hacer sus divisiones. Estas son, en su mayoría, son niñas. El color aman: el rosado. Accesorio infaltable: cartera, o suya o de sus madres. Suelen pararse delante del vidrio y usarlo a modo de espejo. Se miran y miran.

Y así, podría seguir, pero lo dejo para la próxima.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

LA COLA

Erase una vez cuando mi hermano me pide un favor y acepto.
Primer error en esta insufrible serie de errores: Decir "sí".

El favor era ir al banco, ese en donde "el tiempo vale más que el dinero", para pagar un recibo. Llego al banco y, debido a mi gran ignorancia sobre el funcionamiento del sistema financiero, consulto en qué fila debería esperar mi turno. Me indicaron una fila, luego me mandaron a otra, luego a otra y finalmente llegó una señorita (creo que era la asesora del cliente) y me dice que debo ir a "esa cola" que resultó ser la primera a donde yo había ido y de donde me despacharon a otra.
En fin, cuando veo la cola, me doy cuenta que habían unas 100 personas. MUERTE. MUERTE. MUERTE, era la primera palabra en mi mente. Con la cantidad de gente se me iba a ir la vida en la cola. Le dije que iba a pagar el recibo de un cliente, insistí en que "por favor" me deje en donde estaba (ya había perdido como unos 40 min) pero ella solo me dijo: "debe ir a esa porque no es el titular de la cuenta". Me canceló en una. Ese fue un momento en el que me sentí discriminada, relegada, insignificante y tremendamente enojada porque me habían hecho esperar 40 minutos, ¿por qué carajos me pasearon de una a otra fila? Traté de calmarme, si empezaba a hablar iba a perder los papeles, aún no controlo muy bien mi carácter. Me ubiqué en esa condenada COLA.

Ya en la cola, me di cuenta de la singularidad de las situaciones.

martes, 13 de septiembre de 2011

UN DÍA DE ESOS

Hoy es un día, bueno, ya casi termina el día por lo tanto debería escribir: “hoy fue un día” pero como aún no termina me mantendré usando el presente.
Hoy es un día de esos en los que se me ocurrió algo (por fin) para publicar, pero a última hora me desanimé, me entretuve en una y mil cosas y a las finales terminé haciendo NADA. Perdí la oportunidad o simplemente quise posponerla, lo cierto es que ahora ya no tengo tiempo para escribir eso que quería escribir. Así que ya lo haré mañana o pasado o un día estos. Por ahora, mejor me pongo a hacer mi trabajo, que luego no termino. No “vemos” pronto.