martes, 24 de noviembre de 2009

Un amor olvidado

Hace algún tiempo volví a pasar por esa calle, que recorro con cierta regularidad, pero sobre la cual nunca reparo en meditar. Sin embargo, esta vez sí lo hice, fue necesario que el taxi pare en el semáforo para hacerme recordar aquellos días en los que moría por él.

Yo estaba en tercero de secundaria, lo conocí por azares del destino y quedé prendada, claro que nunca le dije nada. Siempre estaba al pendiente de verlo, pero un día, lo vi sin buscarlo, acababa de salir de clases y caminaba con mi madre a hacer no recuerdo qué, cuando lo vi. Iba en la acera, delante de nosotras, lo vi y me emocioné. Me conformaba con verlo.

Hoy, esos días me parecen tan lejanos, tan fuera de lugar. Me sorprende recordar a ese chico y lo que provocó en mí. El destino lo volvió poner en mi camino, pero hoy no pasa de ser una sombra en mi vida. Lo veo y ya no recuerdo qué me gustó de él, tenía 16 y yo 14. Y esos dos años eran mucho más que 730 días, eran un abismo que ya superé, que ya quedó en el pasado. Es una historia con fin, que no dejó nada más que vagos recuerdos.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Los errores de mi vida


Más de una vez he escuchado que: “de los errores se aprende”. Debo admitir que no estoy conforme con esta frase, sin embargo, soy consciente que el conocimiento tiene un precio muy alto.
Soy una persona que se confunde mucho, que no sabe cómo debe actuar cuando tiene un problema. He tratado de mejorar, de apaciguar mi carácter, pero cada día se me hace más difícil. Mi problema es que no reconozco el problema en mí, si no en los demás y me indigno porque ellos no lo quieren admitir.
Mi enojo aflora en las situaciones más absurdas, hoy por ejemplo, mi hermano me pidió que haga algo y no quise porque creí que él lo podía hacer perfectamente, pero siempre encuentra la manera de hacerme sentir culpable, quizás se debe a que tiene la razón, quién sabe.
Hoy no fue un buen día, esperaba llegar a casa y que nadie me moleste, no les comenté sobre mis torturas, solo esperaba que no me molesten. Y fue lo primero que hicieron, cuando estoy así, la mínima cosa me parece exasperante, trato de calmarme, grité para mis adentros, y ellos siguieron, entonces, exploté y luego me arrepentí, traté de enmendar mi error, pero para ellos soy el monstruo más terrible.
Ahora estoy más tranquila, esta es mi catarsis, mi forma de explotar pacíficamente.
Cuando escribo, analizo mis errores, reconozco mis faltas, trato de mejorar y, sin embargo, siempre termino explotando. Me consuelo pensando que todos debemos explotar en algún momento. No es bueno guardarse todas las cosas. No obstante, esto no justifica mi mala conducta.
Es que, estoy cansada, aburrida de todo. No tengo ánimos para continuar, no encuentro una razón para seguir aquí. Mi futuro me parece tan incierto, tan oscuro, me desanima. No soy una luchadora y tampoco me gusta quedarme estancada, por más desanimada que esté, por más aburrida o fastidiada que me encuentre, siempre continúo. Mi vida no es una lucha, sino el producto de un conformismo, me conformo con seguir. Si está bien o mal, no lo sé, solo sé que seguiré muy a mi pesar.

PD: la fotografía del inicio es el producto de mi trabajo, yo la tomé.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Cuando estás cansado



Soy de las personas que suelen aburrirse de todo, pero eso no impide que continúe.

Por ahora no puedo parar cuando se me venga en gana hacerlo, debo seguir. Todo esto se da ya que no soy yo la que paga la pensión de la universidad, ni la que paga la Internet, ni la comida que ingiero, ni la ropa que visto, ni los libros que leo, ni la que pone el dinero para movilizarme. Sin embargo, sí soy yo la que paga mi entrada al cine, las salidas con mis amigas, la que paga la pícara a la hora del descanso. P-E-R-O, sigo dependiendo de mis padres.

Últimamente, mi cuerpo y mente están muy cansados y aburridos de todo. Trato y trato de concentrarme en hacer mis tareas con tiempo, de ordenar mi cuarto, de levantarme temprano para ir a clases. No obstante, he fracasado en todo.
Las tareas las dejo para el último momento, prefiero jugar sudoku, me aburre hacerlas y me distraigo con mucha facilidad.
Siempre he sabido de mi desorden, pero el lunes fue el colmo, encontré mi USB dejado de una zapatilla que estaba refundida en el último rincón debajo de mi cama.
El martes me levanté a las 7:35 a.m. y tenía clases a las 8:00 a.m. (ayer llegué temprano porque la clase era a las 12:00 p.m.). PERO hoy, me pasé, hoy salí de la cama a las 7:45 a.m. y la clase iniciaba a las 8:00 a.m. Tuve que ser más rápida que Flash. Me levanté tarde a pesar de haber programado tres alarmas. Quería bañarme con paciencia, tomar desayuno sentada y todo salió mal “gracias a mí”. Lo peor es que ahora me muero de sueño y tengo clases en un rato hasta las 9:00 p.m.
No sé qué me pasa. Reconozco que suelo tener etapas de aburrimiento, pero nunca había llegado a este punto.