Ese momento en que un día está terminando y el otro
empezando. Ese momento en que muero por irme a dormir pero no puedo, queda
mucha tarea y trabajo pendiente y aún así me he puesto a ver vídeos, fotos y
textos del pasado y luego ¡bash! Un video actual. Ese momento en que pienso: “Vaya,
¡cómo hemos cambiado!”. Ese momento en que la universidad ya no se puede tomar
con calma porque pronto deberé hacerme cargo de mi vida.
Y es entonces cuando me doy cuenta que casi cinco años se me
han ido como si nada. Y antes de estos cinco fueron los cinco de secundaria.
Para ser sincera no recuerdo mucho esa etapa. A pesar de las situaciones no
deseadas, del estrés, las pocas horas de descanso y demás, he disfrutado más de
la universidad que del colegio.
Recuerdo mi etapa en el colegio como años muy rutinarios. La
universidad también ha tenido un tanto de eso pero las decisiones han marcado
una pauta. Un sí o un no. Si todo sale como lo planeado diciembre será mi
último mes en la universidad, al menos en modalidad de pre-grado y luego… luego
¿qué?
Esa es la gran pregunta: ¿qué haré después? La vedad no lo
he pensado y el tiempo se me va agotando.
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