miércoles, 21 de septiembre de 2011

LA COLA

Erase una vez cuando mi hermano me pide un favor y acepto.
Primer error en esta insufrible serie de errores: Decir "sí".

El favor era ir al banco, ese en donde "el tiempo vale más que el dinero", para pagar un recibo. Llego al banco y, debido a mi gran ignorancia sobre el funcionamiento del sistema financiero, consulto en qué fila debería esperar mi turno. Me indicaron una fila, luego me mandaron a otra, luego a otra y finalmente llegó una señorita (creo que era la asesora del cliente) y me dice que debo ir a "esa cola" que resultó ser la primera a donde yo había ido y de donde me despacharon a otra.
En fin, cuando veo la cola, me doy cuenta que habían unas 100 personas. MUERTE. MUERTE. MUERTE, era la primera palabra en mi mente. Con la cantidad de gente se me iba a ir la vida en la cola. Le dije que iba a pagar el recibo de un cliente, insistí en que "por favor" me deje en donde estaba (ya había perdido como unos 40 min) pero ella solo me dijo: "debe ir a esa porque no es el titular de la cuenta". Me canceló en una. Ese fue un momento en el que me sentí discriminada, relegada, insignificante y tremendamente enojada porque me habían hecho esperar 40 minutos, ¿por qué carajos me pasearon de una a otra fila? Traté de calmarme, si empezaba a hablar iba a perder los papeles, aún no controlo muy bien mi carácter. Me ubiqué en esa condenada COLA.

Ya en la cola, me di cuenta de la singularidad de las situaciones.

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